El ser humano que
se levanta, aún es más grande que el que no ha caído
El que se levanta es un ser distinto de
aquel que sufrió la caída. El dolor amplió su visión. La pérdida lo vació de
apegos y el proceso expandió su consciencia. A veces, el que cae es un ilusionista
que, más tarde, se levanta ya como Mago. El ilusionista todavía maneja
ilusiones y manipuladoras burbujas de plata. Sin duda, materiales tan efímeros
que se diluyen ante cualquier brisa que las roza. Por el contrario, el mago
renacido trabaja con elementos más sobrios y profundos. Acomete proyectos
conociendo sus propias debilidades y mirando de frente a las sombras. Un ser
más ecuánime y desprendido que domesticó su ego y barrió su arrogancia.
Cuando un ser humano “cae al barro” de
la existencia sucede que, sin él todavía saberlo, está abriendo un insospechado
proceso de cambio y transformación en su rumbo y su persona. La vida es
paradójica al servirse de la caída, cuando, en realidad, lo que con ella viene
a buscarnos es el aprendizaje y la madurez del alma. Desprestigio, ruinas,
errores, pérdidas, abandonos, enfermedades llegaron a nuestras vidas y,
arrasando lo que creíamos ser, sometieron nuestro ser a experimentar los
dolores que empaquetaba cada lección nueva. Más tarde, pasado un tiempo de
asimilación, llega un día en el que, una vez más, la fuerza nos impulsa al
ascenso de otra nueva montaña.
Hay personas con pobreza de bienes y
escasez en sus mentes y en sus casas, que nunca han sido ricos, pero tampoco
conocen los confortables entresijos de la abundancia. Y también existen otras,
que siendo ricas en bienes y poderosas en la sociedad que tocan, de pronto, les
llega el rayo que rompiendo su Torre, las arroja al otro lado de su
propia referencia. Sucede entonces que sus vidas enfrentan la pérdida de los
vínculos sociales y el dolor producido por la muerte de la identidad vieja. En
realidad, mediante tales sucesos, un nuevo ciclo de renovación y aprendizaje
está llamando a la puerta. Y así como hay ex ricos “venidos a menos” que
sufren las diferencias, también existen ex lúcidos. Es decir, personas
que han conocido la lucidez y la Gracia y un día se enfrentaron a la amnésica
densidad de la noche oscura del alma. En realidad, son almas grandes
que tras vivir en la claridad y la paz de espíritu, son llamadas a enfrentar
las sombras oscuras de sus más íntimas moradas.
Las experiencias difíciles que vivimos
como lo puedan ser el exilio de nuestra familia, la pérdida del ser amado, la
merma económica, la disminución de nuestra seguridad y el abandono de la
lucidez alcanzada, son acontecimientos que, desde un punto de vista iniciático
de la maduración y despertar de la conciencia, tienen otras lecturas que las de
meras desgracias. El que se levanta y regresa como Hijo Pródigo que vuelve a
Casa tiene otra calidad en su alma. Sus ojos hablan otro idioma y a todos
conmueve la profundidad de su mirada. Ha aprendido los secretos del corazón
humano mientras iluminaba su propia sombra. Es el sabio que ya no juzga
a los que hierran, que comprende el dolor de los que sufren y que en su corazón
ya no hay corazas. Es el nuevo servidor del mundo, aquel que teniéndolo
todo, pareció quedarse sin nada.
El descenso de los dioses que se
hicieron hombres, habla del mito de la caída voluntaria. Un proceso de
densificación en el que por amor y compasión, los lúcidos entran
voluntariamente en amnesia. Tal vez éste sea el sutil precio que pagaron antes
de acceder al último escalón del Nirvana. En realidad, el que asciende
de nuevo al origen, lo hace más radiante y tiene otra vibración en su
aura. Todos sabemos que hay ángeles
caídos que cumplen su misión y, en cada alba, dan las gracias.
Tomado de : Intelegencia del Alma. 144 avenidas neuronales hacia el Yo Profundo
sitio: luzenloslibros.blogspot.com
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