He visto la secuencia de los días, como si estuviera escrito, como un cronograma.
Sé que al despertar cada día pensamos en lo que nos espera cada amanecer. Nuestro pensamiento es rápido, es un acontecimiento cuántico, está en otra dimensión, si lo vemos no se puede explicar, si lo observamos fijamente desaparece.
El trabajo que realizamos día a día es una obligación terrenal, el pensamiento y la meditación es una obligación espiritual, auto impuesto, de libre albedrío y necesario para poder observar los acontecimientos cuánticos sin que desaparezcan.
Cuando proyecto una idea y pienso en ella, la estoy lanzando al éter, al quinto elemento. En ese mismo instante se transporta y proyecta a miles de kilómetros en otra mente humana, a la velocidad del pensamiento, a la velocidad del movimiento cuántico.
Todos los espíritus en claridad de pensamiento y de sentimientos conectan de esta forma mediante el éter con almas espirituales en conciencia de otras latitudes porque la corriente de energía que circula por nuestras mentes es infinita, interconectadas a una energía cósmica y espiritual.
Viviendo en una sociedad autoexigente, en competencia y llenas de necesidades terrenales debemos darnos minutos del día para meditar y sentir esta conección. Es una necesidad espiritual, emocional y humana ser capaces de obtener minutos de silencio para nuestra vida interior, para escuchar a nuestro espíritu que se sostiene en nuestra alma a duras penas cuando no nos preocupamos de nosotros mismos.
Si cree que no está conectado y quiere estarlo, solo debe comenzar con momentos de paz exterior, después paz interior, después silencio exterior, después silencio interior….tranquilizar el cuerpo, y su espíritu… y piense algo suave, nada complejo, o solo deje que llegue a su mente un pensamiento y déjelo que recorra todo su ser, solo quédese quieto y deje fluir la energía. No importa el tiempo que esté en espera, de pronto hará conexión, y será cada vez mas fácil y agradable y ansiará estos momentos de tranquilidad y conexión constantemente.
Un abrazo.
Escrito por Megg