Estamos dormidos. Arrastramos una situación de irrealidad en nuestra vida, y no la controlamos, del mismo modo que no la controlamos cuando estamos dormidos. Cuando uno se despierta, lo primero que hace es tomar conciencia de quién es y dónde está. Por eso, el primer paso es despertar. Para tomar conciencia.
Despertar no es sólo una opción, sino una obligación. Otra de esas responsabilidades absolutamente personales e intransferibles. A medio y largo plazo, del todo gratificante. El premio del esfuerzo que requiere se compensa con la nueva forma que se va a adquirir de ver las cosas y con la calidad de vida consciente que se va a poder disfrutar después. ¡Despierta ya!
El mejor método para despertar es el cuestionamiento de todas las cosas, los actos, los pensamientos, las reacciones, los estados de ánimo, las creencias: en fin, el cuestionamiento de todo. No te agarres a ningún concepto, ideología, costumbre rutinaria… si nada te obliga, si nada te ciega, estás en condiciones de descubrir dónde está la realidad, que es lo mismo que la verdad, y podrás despertar a la vida buena. No confíes sólo en las palabras, que son falsas si lo desean (prueba a decir la frase que quieras, luego coloca un no, y verás cómo todo cambia), que permiten mil interpretaciones;